domingo, 23 de marzo de 2008

ENTREVISTA A MAGDIEL GONZÁLEZ, EX MAGISTRADO DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


El marxista del TC



Siempre ha sido de perfil bajo. Por eso nos sorprendió su locuacidad en esta entrevista, inicialmente planteada con fines netamente académicos, desbordada en una conversación ideológica y de coyuntura. Magdiel Igdalías González Ojeda (pocos conocen que su tercer nombre es Senen, todos de inspiración bíblica) es un constitucionalista arequipeño nacido en 1938, y hasta el año pasado, la cuota marxista en la conformación del Tribunal Constitucional, aunque pocos lo reconocen. Terminado sus estudios de Filosofía, inició sus estudios de Derecho en la Universidad Nacional San Agustín y luego se fue a un postgrado en la República Federal de Alemania. Desde entonces ha estado vinculado a la magistratura y a la vida académica. “Tuve una etapa donde fui abogado de obreros y sindicalistas, pero fue por poco tiempo. He sido sobretodo, oiga usted, un profesor universitario”, dice a sus 70 años con la cadencia inconfundible de un characato ilustrado, ahora dedicado plenamente a sus clases de postgrado en universidades limeñas y del interior. Es autor de cuatro libros, y actualmente prepara un próximo trabajo sobre la materia que ha cultivado en buena parte de su vida: el Derecho Constitucional.


— El Derecho Constitucional nunca pierde vigencia, ¿no?, a pesar de las nuevas corrientes.
— Es que es la base fundamental de todo Estado, y hoy en día más que nunca. Fíjese, a partir de los inicios del siglo pasado hubo un cambio total a nivel del Estado moderno, pues si bien es cierto hasta esa época su fundamento era la ley y el Estado de Derecho, se empezó a trabajar en el sentido de que el fundamento real era la Constitución. Lo que pasa es que aquí esto nos ha llegado un poco tarde, y los operadores jurisdiccionales, por ejemplo, aún siguen pensando en la ley, sin tomar en cuenta que hoy deben seguir a la Constitución, pues la ley prácticamente está en quiebra.

— ¿En quiebra?
— Quiero decir que la ley hoy en día ha perdido sus características básicas. Si bien antes el Congreso de la República era la expresión de la voluntad popular, hoy ya no significa eso; entonces tenemos que recurrir a un poder constituyente que aglutine a todas las fuerzas vivas, pues la Constitución es la norma suprema que guía todo el sistema político y social de un país.

— Cómo debemos entender la Constitución del ’93, actualmente en vigencia.
— Esta Constitución tiene un origen bastardo, pues no fue debidamente aprobada y ha dejado de lado muchos derechos reconocidos en la Constitución histórica del Perú. Fíjese, cuando surge el Estado moderno, la burguesía, los campesinos, etc., convienen en que el Estado se constituya no sólo como el guardián de determinados principios, sino como el garante de que estos se apliquen, por ejemplo, la soberanía popular; pero había otros como la libertad, la seguridad y la propiedad privada. Aquí es donde la Constitución ha claudicado completamente. Por ejemplo, la libertad supone no solamente que a uno no lo detengan, sino que también pueda acceder a la cultura, y usted sabe que gran parte de nuestros hermanos peruanos ni siquiera están en la cultura del siglo XX. No es posible que sigamos siendo los últimos del planeta; en este sentido el Estado está ignorando una responsabilidad fundamental. Otro de los principios vulnerados es el de la seguridad. Hoy en día se discute la seguridad en un sentido material, pero oiga usted, se está olvidando la verdadera seguridad del hombre, es decir, no podemos decir que en este país existe seguridad cuando más del 40% no tiene una alimentación adecuada.

— Correcto, pero también hay toda una variedad de temas diseñados en la Constitución, que francamente resultan ser un saludo a la bandera.
— ¿Y sabe usted por qué? Porque el Estado prefiere otras cosas que no son esenciales. Oiga usted, en estos momentos que tenemos al frente un TLC, mi pregunta es qué porcentaje de trabajadores del país tienen conocimientos de informática. Así no podemos competir…

— Ud. ha mencionado que esta Constitución tiene un origen bastardo. Cuál es la alternativa, ¿regresar a la del ‘79?
— Vea usted, el Tribunal Constitucional (TC) ha dicho que hay varios caminos, y la Constitución del ‘93 no está del todo mal, por ejemplo la Defensoría del Pueblo, el mismo TC, entre otros casos. Fíjese, en el congreso anterior ya se discutió prácticamente el 80%, eso podría implementarse, podría ser un camino…

— ¿Usted no tiene una posición?
— (Piensa) Ehhh… este… Mi posición es que deberíamos ir a un nuevo consenso social.

— Una Asamblea Constituyente.
— Así es, ¿sabe usted por qué? Porque este país desde que fue república ha marginado a las grandes mayorías, por eso la gente no entiende lo que es la Constitución.

— Se supone que este es el gobierno de las mayorías, ¿no?
— Yo no creo que este sea de las mayorías, oiga usted, incluso se ha alejado de sus viejos paradigmas ideológicos, se olvida de que el país no es sólo Lima, es también toda la sierra, nuestra selva…

— ¿Confía en que Alan haga un buen gobierno?
— Mire usted, no se trata solamente de una persona. Yo no confío en que se pueda solucionar las cosas sino se tienen en cuenta todos los planos. No creo que algunos tengamos que apretarnos el estómago para salir adelante, no lo creo. Yo preguntaría, oiga usted, quiénes son las personas que más están aportando, porque aquí tenemos contratos de estabilidad que no permiten que el Estado cobre lo justo al capital que explota nuestros recursos…

— Usted cree que deberían revisarse…
— Yo creo que sí, y el TC ya lo ha dicho en una sentencia: Las empresas debe pagar regalías –que es distinto a pagar impuestos- por el daño permanente que dejan en nuestros suelos. ¿Acaso queremos otra Oroya, donde casi el 80% de su población tiene plomo en la sangre? Queremos, oiga usted, que respeten el medio ambiente y nos paguen lo que deben pagar como hacen en Europa. Lo único que quieren es sacar, sacar, y así no es pues.

— Pero si es una sentencia del TC por qué no se cumple.
— Porque… este… Acá en el país, es posible, que los encargados de hace cumplir las sentencias, es decir, los operadores jurisdiccionales, no lo hagan, incluyendo operadores estatales como el MEF o la SUNAT. Yo creo que ya es tiempo de que haya desarrollo en el país, que en la medida de que se vaya invirtiendo se vaya redistribuyendo, apostando por crear fuentes de trabajo, oiga usted.

— Inversión privada…
— ¿Y por qué no a través del Estado…?

— Usted sigue siendo comunista, ¿no?
— No se trata de que sea comunista o no. Yo no estoy en desacuerdo con el tipo de Estado moderno, el asunto está en que en el Estado Social y Democrático de Derecho hay una mayor participación de la población.

— Pero las fuentes de trabajo no las da el Estado.
— Pero puede crear las condiciones. En este momento, por ejemplo, no se invierte en carreteras de penetración. Yo he estado hace poco en Puno, y me he encontrado con enormes edificios, ¿de quienes son?, son de las municipalidades, pero su población no tiene servicios básicos. Las universidades deben apoyar la falta de preparación de sus autoridades, eso debe propiciar un acercamiento, oiga usted, que nos libere…

— Pero si las universidades paran de huelga en huelga, oiga usted…
— Ese es otro de los grandes problemas. El TC dijo que les paguen a los docentes, oiga usted, y hay hasta una ley que orden que les paguen, pero el MEF ha dicho: No se les paga. Es absurdo, oiga usted…

— Pero entonces el TC está pintado en la pared, maestro…
— En muchas cosas, lamentablemente.

— También está el caso del FONAVI.
— Acá en Trujillo, oiga usted, una jueza, parece que no ha querido notificar al JNE; eso quiere decir que el Poder Judicial o es manipulado o el juez está esperando que le digan lo que tiene que hacer.

— Pero imagínese, si las sentencias del TC no son acatadas como deben, qué se puede esperar de las resoluciones de organismos inferiores.
— Los que deben hacer cumplir las sentencias, oiga usted, son los jueces, que son los llamados a hacer cumplir la ley. Algo está pasando en el PJ, lamentablemente.

— ¿O en el Ejecutivo, no? En el caso del FONAVI parece que no hay voluntad de acatar.
— Y sabe usted una cosa, no es como se dice que hay que dar 60 mil millones, no, no. Se presentan hasta ¡ocho alternativas para hacerlo! No es justo que se diga “¿y de dónde voy a sacar la plata?”. Oigame, entonces alguien se la llevó. La pregunta es quién lo tiene o en qué se lo han gastado.

— Lo que se dice es que podría producir un gran forado en las arcas del Estado.
— Sí, pero, oiga usted, por qué no se piensa con la misma lógica en el tema de la deuda externa. No, no, no. No podemos hacer “perro muerto” a nadie, ni adentro, ni afuera.

— Por cierto, qué tal su experiencia en el Tribunal Constitucional.
— Ha sido una gran experiencia y yo le agradezco al país que me dio esta oportunidad. Para mí ha sido una escuela extraordinaria porque he estado frente al Derecho vivo, y algo más, teniendo yo las ideas que tengo, siempre he combatido los abusos, la exclusión, o sea que para mí ha sido un honor servir a mi patria.

— ¿Es verdad que usted muy pocas veces ha tenido votos singulares, y siempre ha sido solícito con sus demás colegas?
— He tenido algunos, sí. Lo que pasa es que he tenido colegas extraordinarios, a pesar que eran opuestos a mis ideas, oiga usted, por ejemplo, Víctor García era aprista, Alva Orlandini de AP, en fin. Lo bueno era que a pesar de las discusiones, siempre llegábamos a un consenso, y eso sólo se daba porque, a pesar de nuestras diferencias políticas, nos afanábamos en encontrar el justo medio.

— Le había preguntado, doctor, si usted sigue siendo comunista. He sabido que, por lo menos en sus épocas estudiantiles, usted pertenecía a los ‘pekineses’…
— No, no. Yo he sido dirigente del FER (Frente Estudiantil Revolucionario), y allí habían varias fuerzas, los ‘pekineses’, los ‘pro soviéticos’, los ‘patria’, etc. En todo caso me he juntado más con los segundos…

— Y ahora qué tendencia tiene.
— Bueno… (piensa), yo soy marxista. Y seguramente me van a decir que son ideas trasnochadas, que ya se cayó el muro, etc. El marxismo, oiga usted, no es una receta, son metodologías de estudio de las sociedades…

— Lo que fracasó en la Unión Soviética qué fue.
— Fue la forma de aplicar el marxismo, y ese error viene de Stalin. Stalin prostituyó el marxismo. El materialismo histórico nos permite conocer la realidad y solucionar problemas concretos, eso nunca se entendió en al país, es por eso que para mucha gente no sirve.

— ¿Usted tiene la esperanza de una nueva ola de reformas socialistas?
— Bueno, no necesariamente, pero existe, oiga usted, esa tendencia –en el mundo- de volver al marxismo. No digamos al viejo Marx, sino que hay que entender, por ejemplo, temas como la globalización económica, eso no se puede desconocer, es necesario aprovecharlo, los tribunales supranacionales, los medios informáticos, etc.

— A nivel regional, cómo está viendo la orientación de la izquierda, especialmente por la influencia de Chávez.
_ Yo creo que están exagerando con el protagonismo de Chávez. Primeramente, él es un hombre que no tiene una ideología, es un gobernante que…

— Y su ¿”pensamiento bolivariano”?
— Ése es el problema. Habría que definir cuál es su “pensamiento bolivariano” porque este hombre dice una cosa y luego en sus acciones se contradice.

— Lo cierto es que tiene una gran ascendencia en Ecuador, Bolivia, Nicaragua…
— Es que, ciertamente, por ejemplo, en Venezuela, esa gente antes estuvo abandonada, hoy tiene salarios de 500 dólares mensuales, y todos tienen trabajo. Además de ello, los cubanos los están apoyando con sus médicos. En este momento, oiga usted, en Bolivia hay grandes hospitales cubanos…

— Y hay también hay Casas del Alba, ¿no? Usted cree que son un peligro?
— No lo creo, obviamente que es un peligro para el pensamiento de Bush, pero ¿acaso el pensamiento de Bush es nuestro pensamiento? ¡Por favor!

— Deberíamos abrir las puertas a las Casas del Alba entonces, con todo lo que ello supone…
— Mi pregunta es qué actividad del hombre no es política. Si nos preocupamos por los problemas más urgentes del país las “casas” se caen solitas. Mire cómo está la salud, no hay medicinas, ¡Cuba exporta sus médicos!

— ¿A usted le gusta el modelo cubano?
— Obviamente tiene sus ventajas, pero no podemos juzgarlos con nuestros propios parámetros. Ellos tienen educación, trabajo, no tienen todo, pero…

— No tienen libertad.
— Pero de qué libertad me habla usted. ¿Usted tiene libertad plena acá?

— Tal vez no plena, pero al menos podemos expresarnos…
— Allá también…

— Aquí hay multipartidismo.
— Pero eso no es libertad. La libertad empieza por la cultura, ¿o usted cree que nosotros somos más libres?

— ¿Usted cree que los cubanos son más libres que nosotros?
— ¿Usted cree que los habitantes de la sierra son libres? Oiga usted, si no saben nada de la internet, de la globalización, ¿usted cree que sean libres?

— ¿Son prisioneros...?
— Son prisioneros de esta sociedad y de la exclusión permanente.


— Pero en Cuba la gente no puede salir de la isla, maestro, todos quieren escapar a las costas de Miami…
— Eso es lo que nos venden los medios. Oiga usted, ¿usted sabe cómo empezó la China? ¡Allí todos tenían el mismo uniforme!, ¡hombres y mujeres! Hoy en día es el país más poderoso del mundo, diez o veinte veces más poderoso que EE. UU., es impresionante. Esto quiere decir que su sistema ha ido progresando.

— Y cada vez con menos socialismo, ¿no? El capital ha penetrado fácilmente…
— No, no, el capital supone propiedad privada y eso no existe en la China.

— Hay unas últimas reformas que han iniciado pasos en ese sentido.
— No, no tampoco. No hay posibilidad de competir con la China, no hay posibilidad.

— El modelo chino es su paradigma, ¿no?
— No para mí, yo no quiero un modelo chino, ¡ni copia ni calco de nada! El modelo que debe implantarse en el Perú es el que le corresponde al país de acuerdo a sus propias necesidades.

— Hablemos de ese modelo entonces. Qué modelo debería seguir el Perú.
— Yo pienso que si todos somos iguales, el Estado debe asumir su responsabilidad de proveer educación, salud y paz, entonces, el sistema va a ser otro, sin exclusiones, donde se respeten las diferencias. El indio no puede seguir marginado, oiga usted, debemos respetar nuestras tradiciones, nuestra cultura, ¡hay que cambiar el sistema!

— Eso también dice Ollanta, ¿no será usted de sus filas?
— No, no, ¡yo soy marxista!, lo que no quiere decir que tenga un compromiso con el pasado sino con el futuro, pero con las lecciones del pasado. Esa es la forma. Debemos fortalecer los partidos políticos, y deben fijarse políticas de Estado a largo plazo para que sean respetadas por los que lleguen al gobierno. No es posible, por ejemplo, que el tren eléctrico, que fue inaugurado por Alan García –y yo no soy aprista- no se haya terminado. Lo que pasa es que hay unos miserables que no lo quieren concluir por cuestiones de política. Castañeda no lo quiere hacer y eso nos cuesta millones. ¿Eso le parece justo?

— Por quién voto en las últimas elecciones.
— El voto es secreto (sonríe).

— Por último, doctor González, qué puede comentarnos de su paso por la UPAO en la sección de postgrado.
— Bueno, yo estoy muy agradecido a sus autoridades académicas por haberme permitido conocer la universidad, que de por sí es impresionante en su infraestuctura, y ser parte de su plana docente. Yo conozco casi todas las universidades del Perú, y la UPAO es una de las más competentes, oiga usted. Créame que para mí ha sido gratificante haber compartido todo este tiempo con mis alumnos de estas promociones, a quienes deseo lo mejor en sus vidas profesionales. Me llevo los mejores recuerdos.


Agradecemos a Postgrado UPAO, sección Derecho, por las facilidades para esta entrevista.