lunes, 12 de febrero de 2007

ENTREVISTA A MARÍA ZAVALA



LA DAMA DE LA CORTE


Se inicia en la judicatura hace más de 25 años en la Fiscalía de la Nación, como integrante del pool de fiscales auxiliares de nivel provincial. Para entonces, ya tenía decidido que quería dedicar su vida a los tribunales, así que no le costó mucho desempeñar sus funciones en Ayabaca, Sullana e Iquitos. “Por el contrario –dice- me sentía muy cómoda en esos lugares porque la gente es muy hospitalaria, cálida y abierta”. Una experiencia importante en su carrera fue cuando ingresó al Primer Juzgado de Paz Letrado de Maynas, en la Corte de Loreto, “pues de allí tengo mis mejores recuerdos no sólo por asuntos profesionales sino también personales. Además, como soy Talareña, tengo la sangre caliente”, cuenta. No es sino hasta el ’94 que nuevamente regresa a Lima, esta vez como Vocal Superior Titular. María Zavala Valladares, sanmarquina de corazón –“al mil por ciento”, dice-, devota del Señor Cautivo y enamorada de las playas del norte, tiene ahora la misión de conducir la Corte Superior de Justicia de Lima, y en esta entrevista promete no defraudar.



—Dra. Zavala, qué se siente estar al frente de la Corte más importante del país siendo una mujer.
—Siento que es un gran reto, el cual asumo con mucha responsabilidad pues me exijo mucho más. Lamentablemente en esta sociedad las mujeres debemos trabajar el doble para que se nos reconozca pero, afortunadamente, en la Corte de Lima contamos con gente de primera que nos apoya.
—Se lo preguntaba porque todavía sorprende que una mujer ocupe un cargo de tanta responsabilidad. ¿Le incomoda este tipo de comentarios machistas?
—Fíjate que no, no me incomoda pero sí trato de demostrar que a veces están equivocados. Creo que soy de una generación afortunada porque no hemos tenido muchos obstáculos para llegar a donde estamos. Tengo la obligación de responder a lo que la sociedad me dio, la sociedad me preparó y es mi obligación estar a la altura de sus exigencias.
—Qué bueno porque el Derecho todavía, en términos generales, está dominado por los machos…
—Bueno, a nivel nacional somos el 38% de damas en el P.J., y el mayor cargo los ocupamos en las instancias inferiores, por el momento (sonrisas). En la Corte Suprema actualmente contamos solo con una mujer, la Dra. Elvira Vásquez, pero tenemos confianza en que los años venideros se incremente la cuota de participación femenina en los estratos judiciales.
—¿Por qué eligió esta profesión?
—Yo elegí ser abogada a los 12 años más o menos, y eso que en mi familia el único referente que tenía era mi primo Juan Carlos Zavala, que era uno de los mayores que había estudiado Derecho. Recuerdo que en Talara mi maestra, Constanza Hoyle, siempre me decía “Zavala, tú vas a ser abogada” porque defendía a mis amigas cuando consideraba –en mi mente infantil- que ella imponía un castigo injusto a una de mis compañeras; y así poco a poco me fui inclinando a esta rama. Mi ingreso a la judicatura sí fue algo circunstancial tal vez. Yo hice prácticas en el P.J., y yo digo siempre que cuando uno se pone la camiseta del P.J. ya es bien difícil sacársela. Me inicio como practicante meritorio en un juzgado, luego en un Sala penal, y allí me fue interesando la especialidad, y decidía que era lo que yo quería hacer.
—Hemos leído sus propuestas de trabajo para asumir el cargo, y lo que me vino a la mente fue si no era demasiada retórica para los dos años que durará su gestión.
—Bueno, hay planes que se tienen que dar en el corto, mediano y largo plazo, así se ha concebido. Yo sé que en algunos puntos voy a sembrar la semilla, que creo es también importante: Que las gestiones venideras puedan continuar lo que uno ha sembrado en el relativo tiempo que uno pueda estar en el cargo. Sé que es un trabajo difícil, pero pondremos nuestro mejor empeño, y prometo no defraudar.
—Qué significado tiene para Ud. la autonomía, en un sentido práctico.
—Ser nosotros mismo, así de sencillo.
—Y en iguales términos cómo calificaría la gestión del Dr. Mansilla.
—Fíjate que yo conozco al Dr. Mansilla desde mi adolescencia, es un amigo de la familia y le tengo mucho cariño, pero creo que a su gestión le faltó un poco más de dinamismo, a pesar de ser una persona muy bien intencionada. Por ejemplo, le faltó mayor apoyo a los programas de juzgados de paz en las comisarías, que es algo que a mi me parece fundamental.
—Qué acciones va a tomar contra los jueces corruptos.
—Erradicar la corrupción es el sueño de todo presidente, y de toda autoridad, ¡y de todos los peruanos!, finalmente. Yo me he propuesto sancionar severamente la corrupción en al P.J., y por ello estamos reuniéndonos con ODICMA, a efectos de desplegar un plan agresivo en esta Corte.
—Cómo debe actuar un juez frente a las presiones.
—Mira, un juez debe desecharlas, evidentemente. Eso fue dicho incluso por el Presidente de la Corte Suprema en su discurso del año judicial: no se permitirá ningún tipo de injerencia, sea de índole que sea.
—Ahora, nunca se habla de incentivos a los jueces, por ejemplo a los más probos y a los más honestos. ¿Ud. cree que deberían considerarse estos temas?
—Yo creo que la probidad y la honradez son cualidades que debe tener necesariamente un magistrado. Yo trabajo no por incentivos, yo trabajo porque me gusta, porque quiero a la institución y me identifico con ella. El mejor incentivo podría ser, por ejemplo, la capacitación, pagarle un curso en ESAN, una maestría, concederle becas, etc, podría ser; pero de allí más no creo, sinceramente. Que me reconozcan porque trabajo, pero si mi obligación es trabajar, que me reconozcan por cumplir los plazos procesales, pero si es mi obligación.
—Cuando Ud. defendió la resolución de la jueza Antonia Saquicuray por el caso Mufarech, ¿lo hizo por una cuestión de género?
—No, no, no, de ninguna manera. Yo en realidad lo que defiendo es la independencia del magistrado. Lo defiendo y lo voy a defender donde vaya, aunque de repente no concuerde con la resolución. Yo acepto que critiquen nuestras resoluciones, en las universidades, en la prensa, etc., pero que se res-pe-te. Lo que no podemos permitir es que no se respete una resolución. A las finales, fíjate, sobre esa resolución, el abogado del congresista, muy alturadamente dijo que había planteado las acciones que corresponden a todo aquel que no está de acuerdo con una resolución.
—Defenderá entonces ardorosamente todas las resoluciones de los magistrados de su judicatura…
—Por supuesto, siempre voy a defender las resoluciones no solamente de la Corte de Lima, sino también de los magistrados de Piura, de Loreto, etc. Lo que defenderé es la independencia del magistrado. Hay temas debatibles, hay temas en que para un magistrado esto es A, y para otros es B porque la misma norma no te da una visión tan clara.
—Pero en el caso de Mufarech, la norma parecía bastante clara, según el art. 93 de la Constitución tenía que pasar necesariamente por el tamiz del Congreso…
—Fíjate, a pesar que unos dicen esto, también hay otra corriente que es la tesis que postula la jueza Saquicuray. Yo creo que hay que saber respetar las ideas, de repente pude uno no compartirlas, pero hay que respetarlas.
Correcto. Qué críticas le haría al sistema anticorrupción.
—Creo que hay que dotarlo de más herramientas, por ejemplo para el caso de los testigos, de los arrepentidos. Cuando hemos estado en el sistema anticorrupción hemos visto, por ejemplo, un caso patético, de un colaborador eficaz por cuyas declaraciones se abrieron varios procesos. Pasaron como 5 fiscales, y hasta la fecha no le han resuelto su colaboración eficaz. Entonces, este señor, cuando me entrevisté con él, me contó su caso, y me dice que si bien gracias a sus declaraciones se han abierto procesos A, B, C, él mismo está en uno de esos procesos y su colaboración eficaz hasta ahora no la resuelven. Esta es una de las flaqueza, entre otras por supuesto.
—Un último sondeo de la CAJ, habla de que más de un 80% de la ciudadanía desaprueba a los jueces y no les guardan mucha estima. ¿Cómo toma Ud. esas cifras?
—Con preocupación, obviamente. Ceriajus ha hecho un buen trabajo, por ejemplo, y vamos a empezar a aplicar algunas de sus recomendaciones, a efectos de que la administración mejore tanto como el acceso a la justicia.
—¿Se arrepiente de algo en su vida profesional?
—(Piensa). Tal vez por no haber salido al extranjero a prepararme. Pero de ahí… (piensa)…, no, no.
—¿Dice Ud. muchas mentiras, doctora?
—No, no soy de mentiras. Me gustan las verdades, soy muy floja para mentir.
—¿Cuántas veces se ha enamorado?
—Tres veces.
—¿Un chocolate, un poema, o una flor?
—Una flor… y un poema.

—¿Le han dicho alguna vez que tiene Ud. unos preciosos ojos de gata?
—(Sonrisas). Muy amable, gracias…
—… Y esperamos que tenga muchas vidas para afrontar los problemas en el P.J. Muchas gracias a Ud. (2005)


No hay comentarios: