sábado, 3 de marzo de 2007

ENTREVISTA A ALBERTO BOREA



SOY UN HOMBRE QUE EVOLUCIONÓ A LA MUERTE DE HAYA

Era un sábado por la noche de aquellos años y ambos se contaban entre los invitados a un fastuoso matrimonio de dos compañeros del partido (la boda Urizar – Arias), en la iglesia San Antonio de Padua. Haya de la Torre se sentó junto a él y, en plena ceremonia, le comenzó a platicar del antiimperialismo que descollaba, de los asuntos del partido, de los jóvenes, entre otras cosas que el viejo maquinaba en su mente. De pronto, el joven, católico y practicante al fin, se vio obligado a pararlo en seco: “Jefe, con todo respeto, pero estamos en frente de Dios”. Víctor Raúl miró con asombro a aquel muchacho, meditó tamaño atrevimiento, volteó, y no volvió a hablarle durante toda la misa.
El mozuelo insolente era Alberto “Tito” Borea, ya se había decidido por el Derecho, y no tendría más de 17 años.

—¿Cómo así por el Derecho Constitucional?
—Desde el primer año en la Católica, con un profesor magnífico que fue Domingo García Belaunde, y también por mis inquietudes políticas que las tenía desde muy niño. Yo era sobrino de Manuel Odría y, naturalmente, en casa se hablaba bastante de política; de ahí comencé a interesarme mucho por el quehacer nacional.
—¿Usted cree que los abogados pueden llegar a ser completamente felices?
—Sí, cómo no, por supuesto, a pesar que uno lucha siempre por la justicia y ésta no siempre se alcanza, creo que la felicidad está en tratar siempre de hacer lo que uno pueda y en estar bien consigo mismo.
—Hernando de Soto dijo alguna vez que el Derecho en el Perú es subdesarrollado. ¿Qué le parece?
—Bueno, sin duda el Derecho tiene los problemas propios de un país en subdesarrollo, por ejemplo en el Perú existe un exceso de positivismo, generado especialmente por la recurrencia de las dictaduras a gobernar el país, que hace que las personas no se atrevan a mirar los principios y valores que son los que informan a las normas. Como dice el evangelio “la letra mata y el espíritu vivifica”.
—¿Algún buen chiste de abogados?
—No, no recuerdo, no recuerdo.
—¿Usted sabe por qué los tiburones no atacan a los abogados?
—(Risas) porque tiburón no come tiburón será...
—(Risas) o por cortesía profesional ¿no?
—(Risas).

—¿Usted sigue siendo aprista?
—No, soy un hombre que evolucionó a la muerte de Haya. Lamentablemente, el partido derivó hacia una posición ideológica con la cual yo estaba en desacuerdo, que fue considerar al comunismo como la izquierda responsable. Además me aparté por un problema organizativo, en tanto que el partido venía siendo manejado por una cúpula y, finalmente, por su acercamiento a un personaje muy dudoso que al poco tiempo fue condenado por narcotráfico, que era Carlos Lamber.
—Sin embargo, y he sido testigo de sus encuentros con los seguidores de Fuerza Democrática, se llaman entre ustedes “compañeros” ¿no?
—Claro porque nosotros no tenemos por qué aceptar que un término que define una relación, sea utilizado en monopolio por una organización, es decir, nosotros somos compañeros porque nos acompañamos en un ideal, en consecuencia somos compañeros, que es un término de uso universal.
—Bien, también militó en el PPC desde el ’85...
—Claro, siendo yo de formación cristiana y democrática, me inscribo en esa línea, de la que por cierto aprendí muchísimo, especialmente de Roberto Ramirez del Villar y de don Mario Polar Ugarteche. Me separé del PPC cuando sentí que no había una vocación clara de lucha contra la dictadura, a la que yo comencé a combatir durísimamente; participé con Jaime Salinas en la insurgencia de noviembre del ’92, y en ese partido pidieron muchos mi expulsión.

—Posteriormente Ud. se exilia en Costa Rica, por lo que fue muy criticado, incluso Lourdes Flores lo llamó “autoasilado”...
—Sí, lamentablemente quienes aceptaron la tesis de Fujimori decidieron atacar a quienes éramos la voz de la conciencia porque demostramos, con el paso de los años, que teníamos la razón. La mayoría de partidos decidió seguirle el juego a Fujimori.
—No le hicieron mucho caso ¿no?, cuando pidió que dejaran de llamarlo como tal...
—No pero ya ves tú que hay que seguir en la lucha a pesar de que uno sienta que está solo.
—Ahora cómo habría de llamarlo.
—Bueno él es un prófugo, el prófugo Fujimori.

—¿Es verdad que usted siendo parlamentario pidió una vez la vacancia de Alan García?
—¿La vacancia de Alan García de la presidencia?
—Ajá...
—No recuerdo haber pedido la vacancia de Alan García de la presidencia.
Me he informado que estando AG en el extranjero, el permiso que le había dado el Congreso se le había vencido...
—Ahh, sí, fue un asunto, sí sí.. ya recuerdo...
—¿Le pareció exagerado?
—Ya, no ha sido en “Los años de lucha y la Fuerza Democrática” sino en “Vox Populi”, otro de mis libros. No, no me pareció exagerado, son los controles que en una democracia se ejercen; no nos olvidemos que AG fue un hombre, en su gobierno, de pensamiento muy voluntarista y que necesitaba del ejercicio de control de una posición con coraje.
—Qué fue para Ud. lo peor de la dictadura?
—La cancelación de la libertad, de la dignidad, del envilecimiento de la vida política y la misión con que mucha gente de comportó, incluso académicos como Trazegnies, como, lamentablemente mi compañero de promoción, Alberto Bustamante, que se entregaron a la dictadura...
—Valle Riestra también ¿no?
—Es un caso distinto porque Valle Riestra es un tipo al que le ganó la vanidad, sin lugar a duda, la pretensión de que él podía cambiar la dictadura; sin embargo creo que su actitud fue totalmente distinta a la de los demás porque él, estando en el poder, siempre dijo lo que pensaba, por eso duró sólo 40 días en el cargo.
—¿A Ud. nunca lo llamaron de Palacio?
—De qué Palacio.
—De Palacio de Gobierno cuando Fujimori.
—Bueno, más de una vez hubieron insinuaciones pero rechazadas ab initio, de tal manera que rápidamente entendieron que era una voluntad que no iban a doblegar.

—Por qué no una nueva Constitución.
—Porque los fundamentos constitucionales del ’79 no se han modificado, las columnas sobre las cuales se construye una constitución son casi las mismas, entonces, sino va a cambiar ninguno de los elementos esenciales, lo conveniente para el país es mantener su constitución histórica, y si hay que hacerle alguna reforma habrá que hacerle algunas reformas.
—¿Y qué le hace pensar que la mayoría de peruanos desea regresar a la vigencia de la carta del ’79?
—En primer lugar es una constitución hecha del consenso, en segundo lugar, es una constitución que permite la convivencia pacífica de los peruanos más allá de las ideologías y, en tercer lugar, no ha sido derogada sino que ha pretendido ser suplantada por un estatuto de excepción, que fue una imposición de Fujimori.
—¿El Perú no puede funcionar con la Constitución del ’93?
—La constitución es un sacramento, es el símbolo de un país, ¿no es verdad?, y es evidente que ése no puede ser el sacramento del Perú; el sacramento erigido sobre un golpe de estado, sobre la traición, sobre la mentira, no puede ser el sacramento que nosotros invoquemos todos los días al levantarnos. Éso no es una constitución, eso es una farsa.
—¿Pero Ud. defendió casos bajo esa farsa no?
—No no no, al contrario. Yo siempre, en todas mis defensas, siempre he citado los principios y artículos de la Constitución del ’79 repetidos en el documento del ’93, y así están todos mis escritos.
—Cómo proceder, de acuerdo al art. 307, que se refiere a la incautación de todo o parte de quienes participaron legitimando la Constitución del ’93...
—Conforme lo establece el mismo artículo, es decir analizando la participación de esos sujetos en actos delincuenciales, y ordenando la confiscación de todos sus bienes; claro que para eso hay que tener coraje.
—¿Este Congreso no lo tiene?
—No lo sé, pero hasta ahora en este punto no lo demuestra.
—Por qué cree que a este gobierno no le interesa mucho el tema de la constitución
—Lo que pasa es que Toledo no rompió el cordón umbilical con todo lo que venía del fujimorismo, porque se creyó eso del fujimorismo sin fujimori, las líneas económicas y ...
—Pero sobretodo porque Toledo juró también con la del ’93 ¿no?
—No, ya te dije, todos esos sucesos son hechos de fuerza; pasada la fuerza —como dice Rousseau en el Contrato Social— la fuerza ya no tiene que ser obedecida. Así es.
—Sin embargo admitirá que, así como otros temas de la constitución, se trata de asuntos políticamente debatibles y no rigurosamente aplicables...
—No no no no, yo creo que jurídicamente es muy claro, yo creo que no ha habido mucho coraje para quitarle la categoría de jurídico a lo que no era sino un hecho de poder; pero además ese documento además nunca constituyó nada, en realidad fue sólo una farsa para pretender engañar a los peruanos.

—Por qué desea ser Presidente del Perú.
—Yo soy presidente de un partido, Fuerza Democrática, que es el primer partido del s. XXI, y nosotros estamos formando un equipo que pueda contribuir al buen gobierno del país y trataremos de influir de la mejor manera para que las cosas se conduzcan con bienestar y certeza para todos los peruanos.
—Con la Presidencia de la República, ¿ya sería Ud. un político exitoso?
—No, yo creo que para ser un político exitoso debes plantear con claridad tus cosas al país, con coherencia; puedes no llegar a ser Presidente y ser, como fue por ejemplo Haya de la Torre, el político más importante del país, o como Héctor Cornejo o Luis Bedoya.
—¿Le han dicho alguna vez “pituquito”?
—(Piensa) es probable que me lo hayan dicho... puede ser pero eso no tiene nada que ver con la realidad, yo soy un hombre que siempre ha estado al lado de las luchas del pueblo, he defendido la libertad desde la época de Velasco, he defendido la libertad en la época de Fujmori, he defendido la libertad estando en el Congreso; lo que no he sido nunca es comunista.
—¿Aceptaría secundar a Ángel Delgado?
—Yo aceptaría secundar a cualquiera de mi partido, si mi partido decide en las elecciones primarias que alguien distinto a mí sea el candidato. Además, quiero decir que Ángel Delgado es un magnífico abogado, es una magnífica persona dentro del partido.
—Por el momento también un gran segundo ¿no?
—No es un gran segundo, es el Secretario General, y como tal es un de las personas más importantes del partido. El Presidente no es más que el Secretario General; como decía Ortega y Gasset, “los hombres no somos ni más ni menos ni igual que los demás, porque no somos cantidades, y en no serlo pon tu mejor esfuerzo”.



* * *

Tras los parabienes de rigor a los nuevos casados ante la iglesia, los invitados la abandonan para perderse menos frescos entre el asfalto y un familiar resguardo color panza de burro. El maestro inquiere al discípulo justo en la puerta: “Y a dónde te vas ahora”, “no sé Jefe”, le responde con cierto temor, “me voy a mi casa”. “No, tú vienes a conversar conmigo”, y se perdieron también bajo la griscitud limeña... (2004)



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