sábado, 3 de marzo de 2007

ENTREVISTA A FERNANDO VILLARÁN



EL EMPRENDEDURISMO Y LA POLÍTICA, SEGÚN VILLARÁN


Había publicado más de una docena de libros entre propios y colectivos, y se encontraba investigando el tema de las pymes cuando Toledo lo llamó para ocupar la cartera del Ministerio de Trabajo. “Me sacaron de la academia”, dice en tono irónico cuando se refiere a la interrupción de su vida universitaria para desempeñarse al frente del ministerio y probar los vaivenes de la política, que no le eran del todo ajenos pues se le recuerda –según cuentan sus amigos de juventud- como un vehemente dirigente de la Federación de Empleados Bancarios. Fernando Villarán de la Puente, Ingeniero Industrial de la UNI y master en Economía de la PUCP ha tenido desde siempre una fascinación por los temas de tecnología, creatividad y liderazgo en las pequeñas y medianas empresas. De vuelta a la academia, habla ahora del “emprendedurismo” en sus conferencias, reconoce que no ha sido un empresario exitoso, se reclama de centro, y está convencido que la inclusión de estos temas en la educación de los peruanos puede llevarnos a ser un país distinto en el siglo XXI. ¿Alguien habló de planeamiento estratégico?



—¿Qué es el “emprendedurismo”?
—Bueno, hay dificultad para definir el concepto en castellano. En inglés no hay ninguna duda, es “entrepreneurship”, y la traducción literal sería “el fenómeno empresarial”, o sea, todo lo que tiene que ver con el acontecer empresarial desde las características individuales de los empresarios, hasta las condiciones del entorno que propician el ser emprendedor, esto es, la ideología, los valores, etc. Nosotros nos inclinamos por la traducción al castellano como “emprendedurismo”, a diferencia de los argentinos que prefieren el término “empresarialidad”, que parece como más anecdótico de lo empresario.
—Alguna vez Pablo Secada nos dijo que para él la gran mayoría de empresarios en el país no eran emprendedores sino más bien rentistas. Él los llamó “empresaurios”. ¿Comparte esta visión?
—Interesante. Mire, en inglés no existe el concepto de empresario. En EE.UU. se les llama businessman o businesswoman, hombre de negocio, o mujer de negocio; y más bien cuando se dice “entrepreneur”, o sea emprendedor, es como decir la elite de los empresarios. Entonces allí hay una diferencia clara entre las personas que están en negocios, que están ganando plata, que compran, que venden, etc., y los que son verdaderamente innovadores, que son un grupo pequeño, selecto, que vienen a ser los “entrepreneurs”. En el Perú al llamar a todos empresarios les estamos dando una connotación emprendedora que no necesariamente tienen todos, de ahí que efectivamente muchos sean sólo mercantilistas, que fue un término que utilizó Hernando de Soto originalmente para referirse a los que no son emprendedores, sino a aquellos que sólo buscan una renta a partir de ciertos privilegios estatales.
—Qué características ve en los empresarios peruanos.
—Bueno, como en todos los lugares, muchos hombres y mujeres de negocios, si bien pueden ser clasificados como mercantilistas, también en el Perú hay emprendedores, tales como los Wong, Máximo San Román, Felipe Ortiz de Zevallos, todo ese grupo de pioneros en la exportación de espárragos, entre otros.
—Dionisio Romero, ¿qué clasificación tendría?
—Es una persona destacada a quien yo le tengo mucho respeto. Es el empresario más importante del Perú, y ha hecho importantes contribuciones al desarrollo del país sobre todo –yo diría la más importante- esa visión que tuvo para adaptarse a las condiciones tan difíciles que planteo Velasco Alvarado al no deprimirse como muchos empresarios, sino en reconvertirse a la actividad industrial con Textiles Piura, que es una empresa líder en el país; y la otra gran iniciativa fue su audacia de disputarle el liderazgo del Banco de Crédito a los capitales italianos. Sus méritos tienen una buena dosis de emprendedurismo.
—¿Incluyendo sus reuniones con Montesinos?
—Bueno, yo no soy tan crítico de eso. Yo considero que todos los empresarios buscan estar bien con el poder de turno. Eso es universal. Es verdad que no debería darse para conseguir privilegios (porque eso los convertiría en mercantilistas), pero sí necesitan tener un entorno favorable y que el poder de turno no entorpezca sus actividades. En general, en casi todos los países que conozco, los empresarios tratan de relacionarse con los gobiernos y tener una relación… ehhh… digamos fluida.
—¿Ud. cree en la responsabilidad social de las empresas? Para mucha gente esta no es una función compatible con el lucro.
—Yo sí creo. Justo acabo de estar en Brasil, en una reunión organizada por un grupo de empresarios, y justamente sus metas son ir más allá de lo que dice el paradigma hobbiano de que el empresario sólo debe dedicarse a su interés personal, y así buscar el binestar común. Los empresarios brasileños dicen que esa filosofía ya no funciona. Ahora ellos siguen la corriente de un empresario de origen suizo, Stefan Shmidheyne (dueño de Eternit y fundador de AVINA), en el sentido de que no pueden haber empresas exitosas en entornos fracasados, lo cual quiere decir que uno no puede únicamente dedicarse a sus objetivos individuales sino que tiene que mirar también su entorno, y justamente la responsabilidad social significa preocuparse por los trabajadores, los consumidores, por las comunidades alrededor de las empresas, y por supuesto, por el ambiente y la conservación del planeta.
—Cuál es su apreciación sobre estos últimos conflictos que hemos visto alrededor de las mineras. ¿Por qué estas empresas no han podido liderar el espacio geográfico donde trabajan?
—Si uno hace un análisis histórico, efectivamente, las regiones mineras son las más atrasadas, por ejemplo Cerro de Pasco y Huancavelica. Ha habido una pésima relación entre la minería y el desarrollo, más aún en el modelo de explotación llamado “de enclave”, donde uno empresa no se relaciona con su entorno sino directamente con el mercado mundial, no sólo para vender sus productos sino para importar sus insumos, alimentos, e incluso el personal. Este modelo ha sido pernicioso para el desarrollo nacional, y esta es una de las razones por la que mucha gente tiene desconfianza en la minería. Ahora, digo, eso es lo pasado. Soy conciente que desde hace algunos años la minería está intentando un nuevo modelo de inserción en la economía, y están asumiendo principios de la responsabilidad social, en algunos casos por convicción, y en otros por imposición de sus matrices de origen canadiense, australiano o americano.
—¿Pero no son la mayoría, no?
—Yo diría que algunas empresas están en esa dirección, particularmente creo que Yanacocha está mejorando sus relaciones con la comunidad, tiene mayor número de proveedores, sub contratistas, y una serie de servicios locales. Otro caso, Tintaya. Me consta que hicieron el mayor esfuerzo de relacionarse con su entorno, al punto de firmar un convenio con las comunidades y autoridades locales para una serie de inversiones en la localidad. Pero parece que no fueron los firmantes los que patearon el tablero, sino terceros que no tenía mucho que ver en esta relación, y que movilizaron a la población en contra de la minera. Sobre esto hay razones ancestrales de exclusión, y no me cabe duda que también la proximidad de la coyuntura política alientan intereses ajenos a la población.
PPK las ha criticado de un modo inesperado. ¿Juicioso o irresponsable?
—Creo que tiene razón al decir que las empresas pueden hacer un esfuerzo mayor para compartir la riqueza; sin embargo, el momento en que lo dijo, es decir a pocos días del conflicto en Tintaya, no me pareció lo más oportuno, sobre todo considerando que en el pasado se ha opuesto a cualquier flexibilización en el tratamiento a las mineras, lo cual hace sospechar que tenga algún interés político.
—Estos problemas se presentan también en países como Bolivia, y traen consigo a personajes tipo Humala o Evo Morales. ¿A dónde nos pueden llevar estas ideologías?
—No a buen puerto, definitivamente. Frente a la globalización y al crecimiento acelerado de la economía, esta gente plantea soluciones que han tenido vigencia en las décadas del 60 y 70, y ven como enemigo al mercado mundial. El hecho que tengan cierto respaldo en la población, debe hacernos pensar que todavía existen ciertos fantasmas que hay que apartar.
—¿Evo Morales podría convertirse en un aplicado alumno del “emprendedurismo”?
—(Risas). No, no. Yo creo que tiene un rechazo a las empresas, inicialmente extranjeras; aunque creo que incluso a las de su propio país. Estas expresiones de nacionalismos extremistas han contribuido a dividir a nuestros pueblos desde antaño y no aportan nada al desarrollo.
Cómo ve la administración del presidente Toledo.
—En principio, le estoy agradecido al Toledo por darme la oportunidad de servir a mi país en el cargo de Ministro de Trabajo; sin embargo no puedo desconocer que tiene un divorcio muy grande con el pueblo peruano. Considero que no se ha dado tanto por las dificultades económicas o los programas sociales del gobierno, sino principalmente por algunos gestos han sido mal vistos por la población. Por ejemplo aumentarse el sueldo, no reconocer a su hija, los gastos de Palacio, los viajes excesivos al exterior, Punta Sal…
—Etc., etc, ¿no?
—… Los problemas que tuvo su esposa por lo del Wiesse, su entorno, su familia. Todo esto revela un personaje bastante distinto del que se presentó al pueblo en la campaña. Su alejamiento es tan grande que mucha gente lo ve como alguien que los ha traicionado.
—Sin embargo siempre se espera que los líderes de un país sean un cúmulo de virtudes, ¿no?
—Bueno, si lo comparamos con Uribe en Colombia, o Lagos en Chile, que son líderes con estilos y políticas diferentes, Toledo sale perdiendo, claro. Ellos tienen altísima popularidad en sus poblaciones porque desde un primer momento lograron “enganchar” con ellos, gozar de credibilidad, lo cual no vemos en este gobierno.
Ya que lo menciona, cómo debemos mirar a Chile. No hay reciprocidad en la magnitud del intercambio de capitales. ¿Brazos abiertos?
—Yo creo que el panorama internacional no está enseñando que se están configurando bloques económicos y políticos cada vez más fuertes. Ahí tenemos a la UE, a pesar de sus dificultades, pero sobre todo la insurgencia de países continentes como el caso de China o la India. Entonces, yo creo que el mundo nos está obligando a la formación de bloques, y aquí en esta región no tenemos otra alternativa que la integración de América Latina…
—Pero es que Chile no piensa así, ingeniero…
—No, no. No es cierto. Es verdad, Chile, en los últimos veinte años, ha jugado al llanero solitario, con alianzas con la UE, luego con EE.UU., y ahora con en Asia. Pero en los últimos uno o dos años se ha visto que está nuevamente tratando de fortalecer los espacios regionales. No es casual la elección de Insulza en la OEA, y también la presencia como impulsor de la Comunidad Sudamericana de Naciones. Yo creo que ese el contexto en el cual debemos ver las relaciones Perú- Chile, de fortalecer un polo sudamericano.
El Centro de Planeamiento Estratégico a muchos nos pareció una idea fabulosa para orientar ciertas políticas de empleo. ¿En qué ha quedado?
—Ha sido promulgado por el Ejecutivo el pasado seis de Junio, y eso significa que ha habido la voluntad de cumplir con la quinta política del Acuerdo Nacional. Yo renuncié en diciembre del año pasado en un momento en que se entrampó su discusión en el Congreso. Desgraciadamente no se ha avanzado todavía en el financiamiento y en el equipo de profesionales de alto nivel para conducirlo, pero estoy seguro que traerá grandes beneficios para el país.
—¿Lo veremos candidatear a algo en las próximas elecciones?
—No, yo he dicho ya claramente que no tengo vocación, por lo menos para congresista. No creo tener el ánimo apropiado para esas discusiones sobre leyes y, por otra parte, tratándose de campañas políticas, creo que no lo disfrutaría mucho. No me veo en estos escenarios.
Nunca diga de esta agua no he de beber…
—(Risas). Es verdad, sí, sí. Pero como ya varias personas me han preguntado, yo he tenido que fijar una posición al respecto, y lo digo con total sinceridad. En todo caso, si podría aportar algo a partir de mi especialidad lo haría encantado a través del Ejecutivo. (2005)

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